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La escucha activa. ¿Sabes escuchar?

La comunicación es esencial en todas las personas. Pasamos el día comunicándonos, ya sea cara a cara, por teléfono o por escrito  WhatsApp.

Elementos de la comunicación

       En el proceso comunicativo se dan una serie de elementos que nos permiten intercambiar la información de manera efectiva:

escucha activa

 

  • Emisor: el sujeto que genera el mensaje.
  • Receptor: el sujeto que recibe dicho mensaje.
  • Mensaje: información que transmite el emisor.
  • Código: reglas y signos que forman el lenguaje del mensaje.
  • Canal: medio a través por el que se transmite el mensaje.
  • Contexto: condiciones existentes en el momento que se produce el acto comunicativo.

    Asimismo, podemos encontrar una serie de obstáculos que dificulten la comunicación. Algunos ejemplos pueden ser: una mala elaboración de la información por parte del emisor, un contexto ruidoso o la baja atención por parte del receptor. La implicación de este último es muy importante en este proceso comunicativo. No basta con oír al emisor, hay que escucharlo.

Errores en la escucha

      En el proceso de escucha, en numerosas ocasiones, cometemos una serie de errores que (en la mayoría de los casos, sin darnos cuenta) generan en el emisor una sensación de malestar. Puede sentirse ignorado o incomprendido si no le mostramos que estamos dándole nuestra atención o simplemente no demostramos cierto grado de empatía con él.

Algunos de los errores, más frecuentes en la escucha, son:

  • No prestar atención. Repasar la lista de la compra cuando alguien nos está contando su problema, probablemente, no sea la mejor opción.
  • Estar pendiente del móvil. Sacar el móvil y atender el Whatsapp u otras redes sociales durante la conversación distraerá tu atención.
  • “Eso es una tontería”. Muchas veces restamos importancia a lo que nos cuentan. Posiblemente, para ti no sea algo importante; pero, si esa persona te lo está contando será por algo.
  • Cambiar de tema. Cambiar de tema drásticamente cuando el emisor nos está narrando su problema.
  • Dar por hecho lo que va a decir o hacer. En ocasiones estamos tan seguros de cómo es esa persona que no dejamos que termine, pues creemos saber cómo va a acabar. Seguramente, en más de una ocasión, podrás sorprenderte si dejas que termine.
  • Descuidar nuestra postura. Aunque parezca una tontería, simplemente el hecho de cómo nos posicionamos ante el emisor, puede darle información sobre si le estamos prestando atención o no.
  • Aconsejar. A menudo, el emisor solo necesita desahogarse, sentirse comprendido y escuchado. Sin necesidad de escuchar lo que otro cree que tiene que hacer. Quizá, él ya sepa la respuesta. Si no es así, ya se encargará él/ella de pedir algún que otro consejo.
  • Interrumpir para contar tu experiencia. Tal vez, contarle tu experiencia puede resultarle beneficioso. Pero, espera a que el emisor te lo pida. En este momento necesita soltarlo todo.
  • Sacar las garras antes de tiempo. Es un error frecuente el ponernos a la defensiva y contraatacar de forma automática cuando el emisor trata de comunicarnos su disconformidad con respecto a nosotros o cualquier acción que hayamos realizado.

¿Qué podemos hacer para mejorar nuestra escucha activa?

    Para recibir bien el mensaje del emisor, es necesario situarnos en un contexto que sea favorable para mantener dicha conversación. Una vez que tengamos controlados todos esos elementos externos que puedan dificultar la interacción, debemos centrarnos en nosotros mismos y adoptar una actitud de escucha activa.

Para mejorar la escucha activa podemos:

  • Focalizar nuestra atención en el emisor.
  • “Limpiar” nuestra mente de esas tareas que tenemos que hacer después (nada de repasar la lista de la compra).
  • Tener presente que, si está confiando en nosotros para contarnos algo, es porque verdaderamente le preocupa.
  • Evita caer en los errores antes descritos.
  • Utiliza la empatía. Ponte en los zapatos del emisor.
  • Cuida la mirada.
  • Adopta una postura acorde con la situación.
  • Deja espacios de silencio para que el emisor pueda hablar y expresarse. Además, esto te permitirá tener tiempo para procesar toda esa información.
  • No te centres exclusivamente en su lenguaje no verbal. La postura corporal, la mirada, los gestos con las manos, la expresividad de su cara y la entonación que utiliza te aportarán información complementaria a lo que escuchas.
  • Demuestra a tu interlocutor que estás pendiente de la conversación.
  • Realiza alguna pregunta referente al tema para profundizar en él o para invitarle a reflexionar.
  • Atiende a las críticas. Es común, como mencionaba más arriba, contraatacar cuando recibimos una crítica y, normalmente, sin dejar que el emisor termine de hablar. Sería buena idea, antes de sacar las garras, dejarle terminar y tratar de comprender el motivo de su queja. (Acuérdate de usar el cuarto punto de esta lista). En algunas ocasiones, nuestras acciones pueden tener consecuencias negativas en el emisor o, simplemente, que no le agraden (aunque estén hechas con la mejor intención y pensando en su bienestar). Por esta razón, sería una buena opción tratar de comprender el motivo de su queja y valorar si es necesario disculparse o rebatirla.

   Siguiendo estos sencillos puntos podemos hacer que el emisor se sienta cómodo contándonos su historia y evitaremos que sienta esa sensación de malestar que comentábamos en el punto de los errores.

       ¿Y tú? ¿te has sentido alguna vez así? Te invitamos a que nos cuentes tu experiencia en los comentarios ☺️☺️

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